miércoles, 3 de septiembre de 2014

Las pequeñas esencias


—Muchas gracias, Vero, por hacernos llegar ese libro que tan buena pinta tiene.
—¿Lo leerás, Carmina?
—De eso no te quepa duda, ¿qué te crees, que no leo los libros de los amigas?
—Es broma ¡je,je! Es que tengo ganas de que me des tu opinión.
—La tendrás.
—Y por cierto también espero que me mandes ese librito de la encina.
—Bueno, te haré el favor, pero eso es sacarme de mis páginas, ya sabes, yo, Chus, Chascajavas, en el asunto de los incendios, lo que haga falta, pero para lo de la encina cosa de favor, ya digo.
—Te lo agradezco, Carmela, pero es que no sabía dónde acudir.
—Es eso tienes razón, pero bueno, para eso están las amigas ¿no?
—Oye, otra cosa, qué buen papel el vuestro. Lo claváis, eh.
—No exageres, Vero, nos fajamos en cuerpo y alma, pero ten en cuenta que es nuestra primera puesta en escena en plan serio.
—Te digo lo que siento, querida amiga, a mí me pilla de lleno ese asunto, ya lo sabes, cada verano la misma historia, el peligro, la prensa, los medios técnicos, en fin ¡qué voy a contarte!
—Gracias, gracias. Oye, que tengas mucha suerte que ese emprendedor proyecto, la poesía tiene tan poca salida…
—Por eso nos hemos metido en esto, Carmela, porque consideramos que es necesario no desfallecer y que no deje de tener su sitio en medio de este batiburrillo de editoriales de todo tipo.
—Está bien, pues quédate tranquila, que pronto tendrás noticias mías sobre esas esencias, que tan buena pinta presentan.
—Hala, dame dos besos y hasta la próxima
—Claro que sí, Vero. Hasta la próxima

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