domingo, 22 de febrero de 2015

Capítulo 6



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En sus primeros momentos macegos Chus portaba en sus palabras cierto acento del norte y eso unido a la novedad que siempre significaba la llegada de alguien nuevo al pueblo, provocó que en la plazoleta donde se reunía la chavalería tuviese a su alrededor alguien dispuesto a escucharle, no porque él fuese charlatán, sino por oír sonidos a los que no estaban acostumbrados. Las niñas formaban corrillos para comentar entre ellas los pormenores de su aspecto: su corte de pelo, esa media melena que ningún otro chico del pueblo se hubiese atrevido a lucir, esos vaqueros recortados mostrando los incipientes vellos de las piernas y esos ojos redondos y negros como las entrañas de los pozos de mina. No sucedía lo mismo en el colegio, donde sus compañeros le daban de lado, porque notaban en él algo extraño, tenía doce años y aún estaba en quinto de EGB y además apenas hablaba con ellos, procuraba siempre colocarse en algún lugar donde los demás no le molestasen, y esa forma de hablar tan rara pronunciando las ces y las zetas a su debido tiempo, y sobre todo las jotas, que al tratar de remedarlo algunos de sus compañeros se dejaban media garganta en el intento, provocando la risa generalizada del resto de la clase. Chus estaba acostumbrado porque desde que pisó Andalucía por primera vez siempre le ocurría lo mismo, pero él no tenía por qué cambiar, que se acostumbrasen los demás a su forma de hablar.
-Quién es el nuevo?- preguntaba MR.
-Hijo de un guardia me parece –contestaba JK.
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lunes, 9 de febrero de 2015

Una parada obligatoria


—Ya ves, Carmela, el tiempo pasa sin que nos demos cuenta.
—¿Por qué lo dices Chus?
—Porque parece que fue ayer cuando acudimos a aquella reunión de la Casa de las Sirenas y se nos han colado cerca de 15 meses.
—¿Tantos?
—Así es, y ahora aquí estamos otra vez.
—¿Y de qué vamos?
—De espectadores. La misma persona que nos avaló entonces, ahora se ha decantado por otros personajes.
—Compréndelo, Chus, todo el mundo tiene derecho a la vida.
—Y que lo digas. Ahí está, el miércoles a las 19,45, en la Alameda de Hércules de Sevilla.
—Además, Chus, según tengo entendido hay preparada alguna que otra sorpresa.
—Eso parece, pero como se trata de una sorpresa tampoco es cosa de que adelantemos nada.
—Bueno, bueno, si podemos decir que anda por medio el Teatro Circo La Plaza.
—¡Chiiiiss! Ya está,
—Y de que hará los honores el escritor José María Vaz de Soto.
—Eso si es importante, oye, no siempre se tiene la oportunidad de contar con personas de tan reconocido prestigio.
—De acuerdo, Carmela, díselo a tus amistades, que yo haré lo propio con las mía. Recuerda: el miércoles 11, a la ocho menos cuarto, en la Casa de las Sirenas.
—Allí nos veremos.