PN Los Alcornocales
El texto que sigue puede leerse en la página oficial de la Junta de Andalucía
La importancia de la montaña en el paisaje andaluz favorece su acusada impronta forestal. Los bosques, matorrales y pastizales ocupan 4,6 millones de hectáreas, lo que supone el 52,6% del territorio de la comunidad autónoma. Dentro de esta superficie, 2,5 millones corresponden a terrenos arbolados, donde sobresalen las especies quercíneas (encinas, alcornoques, quejigos y robles), con 1,4 millones de hectáreas, y las distintas variedades de coníferas, con 688.797.
Dehesa andaluza
El bosque
mediterráneo, ejemplificado en los encinares y alcornocales, es el componente
definitorio del espacio forestal andaluz. La encina, con sus hojas pequeñas,
coriáceas y persistentes, otorga un uniforme tono verdoso al paisaje durante
todo el año. A su alrededor crecen numerosas especies de arbustos y plantas
aromáticas como el romero, el tomillo o la lavanda. En comarcas como la Sierra de Huelva, el fruto
de las encinas –la bellota– constituye la base de la crianza del cerdo ibérico,
que, a su vez, ha originado una potente industria agroalimentaria en torno a
productos de gran calidad como el jamón de Jabugo.
PN Sierra de Aracena
Los alcornocales
tienen su principal valor económico en el corcho, material escaso e
insustituible del que Andalucía aporta el 50%
de la producción española. El Parque Natural de los Alcornocales, entre
Cádiz y Málaga, alberga la mayor extensión mundial de este tipo de bosque, con 167.767 hectáreas.
El bosque mediterráneo
andaluz se completa con especies de hoja caduda, como el castaño, y con una
gran diversidad de coníferas. Un caso singular es el de los pinsapares que
crecen en las serranías de Cádiz y Málaga. Estas masas forestales están
formados por un raro tipo de abeto, el pinsapo, una reliquia de las formaciones
vegetales de las glaciaciones que encuentra sus únicos hábitats mundiales en
Andalucía y el norte de Marruecos.
PN Sierra de las Nieves
En este ambiente natural se cruzaron las vidas de Chus
Arnao, Carmela y Chascajavas, con el resultado que se relata en las páginas de
la novela Cuando los bosques mueren.